Si hay un lugar y un momento en Europa donde la brillantez sonora se hizo patente ese fue sin duda alguna Alemania y en el Romanticismo. El virtuosismo instrumental desarrollado por los compositores de esta época se extiende por todos los instrumentos: piano, violín, violonchelo , clarinete y también la orquesta sinfónica. Uno de los compositores más grandes en el desarrollo de estas características en la música occidental será J. Brahms. Su trío op.114 para clarinete, violonchelo y piano es una de sus obras magistrales y contiene una densidad espectacular. Junto con el Quinteto de clarinete op.115, y las dos sonatas para piano y clarinete op.120, representan, no solamente un homenaje merecido a este instrumento, sino la culminación de su madurez como compositor, al ser estas las últimas obras de Música de Cámara que el autor escribió.
Las Ocho piezas op.83 están escritas en 1908 y pueden ser consideradas como los últimos coletazos de la expresión romántica por excelencia. Bruch fue fiel a su propio idioma musical y se mantuvo hasta el final al margen de las influencias de las vanguardias e ideas revolucionarias de finales del siglo XIX y principios del XX. Para Bruch la melodía es el fundamento mismo de una composición y el soporte de la expresión emotiva de la música, y una melodía ineludible es la melodía popular.
Mucho sentimiento y pasión en cada minuto de este concierto como la faceta más intensa de la música de cámara.
Duración aproximada 60 minutos